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De la agricultura a la pesca: la conservación de los manglares ayuda a proteger las comunidades locales y el planeta
El acuerdo de colaboración entre Apple y la Applied Environmental Research Foundation velará por la protección y la conservación de los manglares en la región india de Maharashtra
A menos de 100 kilómetros al sur de Bombay, la ciudad más grande de Maharashtra, se desdibuja la frontera entre dos mundos muy distintos. Las calles de la metrópolis, que está repleta de restaurantes, hoteles, zonas comerciales, tuk tuks y coches último modelo, van cediendo terreno a caminos sin pavimentar con palmeras, cabras, vacas tirando de carros y pequeños mercados y restaurantes al aire libre.
En el distrito de Raigad se encuentra Alibaug, una localidad que conecta Bombay con una red hidrográfica que desemboca en el mar Arábigo. Esta zona costera alberga 21.000 hectáreas de manglares, una de las principales líneas defensivas de la Tierra frente a los efectos del cambio climático como monzones impredecibles, subidas de la marea, ciclones e incluso maremotos. Estos bosques también actúan como sumideros que absorben el dióxido de carbono de la atmósfera y lo almacenan en el suelo, las plantas y los sedimentos, proceso que lo convierte en lo que se denomina «carbono azul».
La Applied Environmental Research Foundation (AERF), una organización que recibió una subvención de Apple en 2021, está estudiando la zona para trazar un plan que garantice el futuro de los manglares. Su objetivo consiste en crear industrias alternativas y sostenibles para las poblaciones que cultivan estos territorios y se benefician de la biodiversidad y la resistencia de sus ecosistemas. Los acuerdos de conservación permitirán ofrecer apoyo continuo a los habitantes de las zonas rurales y se basan en dos compromisos: la conservación de las tierras y la transición de la economía a un nuevo modelo que mantenga intactos los manglares.
La AERF también pondrá en práctica lo aprendido durante el proyecto piloto de carbono azul que Conservación Internacional puso en marcha en 2018 en Cispatá (Colombia).
«La lucha contra el cambio climático es también una lucha a favor de las personas de todo el mundo cuyas vidas y cuyo sustento están más amenazados por la crisis. En eso hemos centrado nuestros esfuerzos, desde Colombia hasta Kenia pasando por Filipinas», ha dicho Lisa Jackson, vicepresidenta de Iniciativas Medioambientales, Sociales y de Política Interna de Apple. «Nuestro nuevo acuerdo de colaboración en la India mantendrá viva esta iniciativa, ya que ayudará a la población a beneficiarse económicamente de la restauración de los manglares que nos protegen contra los efectos más negativos del cambio climático.»
A Archana Godbole, directora de la AERF, le ha apasionado la naturaleza desde que era niña. «Las plantas representan el transcurso del tiempo», explica. «Y los árboles representan la paciencia, ya que ven pasar los años en silencio. Cuanto más los estudiaba y mejor los conocía, más me fascinaban. Mis experiencias con ellos despertaron mi vocación por trabajar en la conservación de los árboles y los bosques.»
Godbole es experta en taxonomía vegetal y ha trabajado en proyectos de conservación durante los últimos 30 años. El objetivo de la AERF en Raigad es llegar a acuerdos de conservación con las poblaciones que han sufrido las consecuencias de la intrusión salina y la destrucción de acequias, factores causantes de la pérdida de cosechas y la infertilidad de los campos.
«Estas personas vivían de la agricultura, al igual que sus antepasados, hasta que un día el mar se comió sus tierras», cuenta Godbole. «No obstante, desarrollaron nuevas habilidades y se adaptaron a la situación. Ahora que todos sabemos que los manglares contribuyen a frenar el cambio climático y absorber el carbono, nos alegramos de haber llegado hasta este lugar y de colaborar con sus gentes para analizar todo lo que pueden aportarles los manglares. Confiamos en que el fuerte vínculo que existe entre la tierra y los manglares influya en su forma de pensar.»
Estos son los rostros visibles de esta lucha y lo que están haciendo para hacer frente a los devastadores efectos del cambio climático en su tierra natal.
Karanjveera es una aldea de interior donde muchas familias viven de la agricultura y la pesca de cangrejos y camarones. Namdev Waitaram More es un hombre muy respetado y experto en técnicas de pesca tradicionales. A sus 75 años, ha convivido de forma pacífica con los manglares durante toda su vida y sabe muy bien que estos ecosistemas impiden la entrada de agua salada en los campos de cultivo.
More y su primo actúan como intermediarios en el diálogo que la gente de su aldea y la AERF están manteniendo sobre la conservación de las marismas salinas y los manglares. «Los manglares son como esponjas», afirma. «La gente de aquí está muy conectada con ellos. Si los manglares desaparecen, también lo harán nuestras acequias y nuestros campos. El vínculo que existe entre nuestro alimento, nuestras acequias y nuestros manglares es lo que nos permite sobrevivir.»
Usha y su hijo Tushar Thakur se dedican a la agricultura en Hashiware, una aldea junto al río Amba cuyos terrenos de cultivo llevan sumergidos en agua salada desde 1990, año en el que se derrumbó la acequia más cercana. En la tierra, que ahora está ocupada por un manglar, todavía se aprecian vestigios del pasado, como casas abandonadas en medio de las aguas turbias a pocos metros de la orilla. Thakur fue una de las primeras personas que firmaron un acuerdo con la AERF para la protección de los manglares.
Desde 1996, los manglares cubren las tierras de cultivo que antaño labraban los agricultores.
«Gracias a nuestro trabajo, la concienciación sobre la importancia de los manglares y las oportunidades para crear actividades económicas sostenibles, hemos dado esperanzas a las aldeas costeras de Raigad», comenta Godbole, de la AERF.
Hace poco pudo verse el poder que tienen los manglares para proteger las aldeas costeras de la India. Cuando el maremoto producido por un sismo submarino en Indonesia llegó a la costa este de la India en 2004, la gente se dio cuenta de que los manglares absorbían el impacto de las olas y protegían sus aldeas. Durante los últimos años ha habido más ciclones de alta intensidad en la región, como el Nisarga en 2020 y el Tauktae en 2021. En Raigad, las familias de las aldeas están trabajando para proteger los manglares, así como su bienestar y sus medios de vida.
En la aldea de Ganesh Patti, los agricultores acordaron encargarse del mantenimiento de sus respectivos tramos de la acequia que separaba las tierras de cultivo de los manglares y las orillas del río. Pero su compromiso individual no fue suficiente. Según Mangesh Patil, un pescador de la zona que vivía en una casa ahora hueca y rodeada de manglares, la intensidad de las olas y la subida de las mareas fueron destruyendo la acequia poco a poco.
Sin embargo, para las personas de la aldea desaparecida, el cambio se notó de la noche a la mañana.
«Mientras dormíamos», recuerda Patil, «la marea subió hasta que el agua entró en nuestras casas y llegó hasta los colchones. A la mañana siguiente, vimos que toda la aldea estaba sumergida».
Cuando el agua empezó a retroceder, las familias se dieron cuenta de que habían perdido sus tierras y sus medios de vida. Tenían que empezar de cero. Aunque se trasladaron a una aldea cercana, muchas personas, entre ellas Patil y su hermano, decidieron seguir visitando sus antiguas casas y su antiguo templo hinduista. También volvían para pescar y cazar cangrejos en las mismas aguas de siempre.
«Debemos aprender a sobrevivir ante las adversidades de la naturaleza», dice Patil. «Eso es justo lo que hemos estado haciendo y lo que ha creado un vínculo entre nosotros y los manglares. Este es el lugar donde nacimos. Aquí éramos felices, por eso no voy a dejar de venir.»
Además de financiar los acuerdos de conservación con las aldeas, las subvenciones de Apple sirven para comprar y distribuir cocinas ecológicas portátiles que permiten preparar la comida sin utilizar madera de los manglares.
Bhavik Patil, pescador de la aldea de Pen Vashi y experto en el uso de los manglares como medio de subsistencia, ha ayudado a la AERF a dialogar con poblaciones de todo Raigad. Bhavik Patil recuerda su infancia en una familia de pescadores. Mientras sus padres faenaban en el río, él y sus hermanos jugaban en un columpio suspendido de las ramas de un mangle. En la actualidad, además de dedicarse a la pesca y la captura de cangrejos, es una de las muchas personas que negocian en Mothe Bhal, Vithalwadi y otras aldeas para llegar a acuerdos sobre la conservación y el uso sostenible de los manglares. Para ello, él y sus compañeros piden a sus habitantes que utilicen las ramas caídas de los árboles una vez secas.
Para los integrantes de la AERF, la protección de los manglares es mucho más que un trabajo: es su pasión. Godbole y Jayant Sarnaik fundaron la organización hace ya 27 años y no cesan en su empeño de fomentar la conservación a partir de la implicación directa de las personas.
«Aprender a hacer frente al cambio climático es un proceso continuo para las poblaciones más cercanas al mar», explica Sarnaik de la AERF. «Como estas personas han vivido en la costa durante mucho tiempo, conocen muy bien la relación que existe entre el océano y el clima. Para ellas, el cambio climático no es un fenómeno reciente. Sin embargo, han presenciado cambios muy repentinos en los últimos cinco o diez años. Los últimos ciclones han concienciado a estas personas acerca de la importancia de los manglares, la principal línea defensiva de la naturaleza contra este tipo de desastres. Y también ha despertado interés por este tema en el conjunto general de la sociedad.»
Para Godbole, el futuro es eperanzador. «Nuestra colaboración con Apple y Conservación Internacional es la ocasión perfecta para estudiar las ventajas que supone la protección de los manglares para las poblaciones», afirma. «Aunque los problemas que plantea la conservación de manglares son muy distintos y cambian de un lugar a otro, hemos identificado muchas oportunidades en la zona de nuestro proyecto. Dar formación en lo relativo al carbono azul no solo a un equipo joven y entusiasta, sino también a quienes viven aquí, nos permitirá dar un gran paso en la conservación de los manglares en la costa del mar Arábigo.»
Apple tiene un firme compromiso con las iniciativas que mejoran la resiliencia climática y aportan beneficios económicos a las zonas del mundo más afectadas por el cambio climático. El año pasado, Apple y Conservación Internacional pusieron en marcha un laboratorio pionero para la financiación del carbono irrecuperable con el objetivo de proteger algunos de los ecosistemas más delicados del mundo. También ha financiado investigaciones y proyectos piloto para aumentar la presencia de sumideros de carbono naturales en China con la China Green Carbon Foundation. Apple hará un donativo al World Wildlife Fund por cada compra de productos Apple realizada con Apple Pay en las tiendas Apple Store, la app Apple Store y apple.com durante la Semana de la Tierra, y también está apoyando el programa Climate Crowd de WWF, centrado en aumentar la resiliencia climática y fomentar los medios de vida sostenibles.
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