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1 de diciembre de 2020
Apple dona equipos de protección a Zambia para luchar contra la COVID-19 y el VIH
En un vasto almacén de Lusaka, un camión carga envases de antirretrovirales esenciales para los pacientes y emprende una ruta de dos horas hacia el oeste de la capital zambiana. Va camino de una clínica rural de Mwembeshi, y hoy hay novedades en el cargamento habitual: cajas de mascarillas y protectores faciales de Apple para ayudar a combatir la COVID-19.
Este año, la COVID-19 ha afectado enormemente a los servicios sanitarios, y el Fondo Mundial, que coordina estos envíos para luchar contra el sida, la tuberculosis y la malaria, tuvo que reaccionar rápidamente para responder a la nueva pandemia. Estableció un mecanismo de respuesta ante la COVID-19 que adapta sus programas existentes para que las personas que reciben tratamientos indispensables, como la terapia antirretroviral necesaria de por vida, puedan seguir obteniéndolos de forma segura.
Apple empezó su colaboración con (RED) en 2006, y desde entonces ha lanzado decenas de productos y accesorios como parte de la campaña, como los nuevos iPhone 12 y iPhone SE en modelos (PRODUCT)RED. Como resultado de estas ventas, Apple y los clientes han recaudado casi 250 millones de dólares para los proyectos del Fondo Mundial en el África subsahariana. Ante la propagación mundial del COVID-19, Apple está redirigiendo los ingresos de la campaña al mecanismo de respuesta y lo seguirá haciendo hasta el 30 de junio de 2021. Apple también ha donado millones de equipos de protección individual (EPI) al Ministerio de Sanidad de Zambia, que incluyen mascarillas quirúrgicas de Apple procedentes de su propia cadena de suministro y protectores faciales diseñados y producidos por Apple.
De vuelta en el Mwembeshi Rural Health Centre, el camión con los antirretrovirales y los equipos de protección de Apple ha llegado, y una de las personas que lo reciben es Prosperina Mwanza, encargada del centro.
“Estos equipos de protección ayudarán mucho a reducir la transmisión de infecciones,” dice Mwanza, que ha visto los graves efectos de la COVID-19 en su centro, sobre todo para los pacientes con VIH que reciben tratamiento antirretroviral. “Ahora mismo el mayor reto es que la gente dejó de venir a sus seguimientos porque pensaban que entrarían en contacto con otros que tenían la COVID-19.”
Este es un reto al que los profesionales sanitarios se están enfrentando por toda Zambia y el África subsahariana. Yoram Siame es responsable de promoción, planificación y desarrollo en la Churches Health Association of Zambia (CHAZ), el mayor proveedor no gubernamental de asistencia sanitaria del país.
“Ahora la gente tiene miedo de acudir a los centros sanitarios”, dice Siame. “Esto es un problema muy grande para quienes viven con el VIH, porque la COVID-19 mata de forma desproporcionada a pacientes con condiciones preexistentes. ¿Cómo aseguras el apoyo a las personas que necesitan tratamientos de por vida? Y, al mismo tiempo, ¿cómo pueden acudir a un centro sanitario con la garantía de que es seguro? Es un equilibrio difícil.”
La respuesta del Fondo Mundial ha sido adaptar sus servicios, obtener pruebas rápidas de calidad para la COVID-19 junto con equipos de diagnóstico, redimensionar la entrega de los tratamientos para llegar a los grupos locales y ofrecer herramientas educativas sobre salud y seguridad para los trabajadores sanitarios comunitarios.
“El Fondo Mundial ha supuesto un gran cambio”, dice Siame. “Hemos podido redirigir parte del dinero a equipos de protección para el personal, hemos aumentado nuestra capacidad para hacer pruebas de la COVID-19 y hemos podido responder desde las comunidades para que la gente entienda cómo les afecta la enfermedad a ellos y a sus familias.”
A 50 km al este de Mwembeshi, el Cardinal Adam Memorial Hospital recibió su primer envío de equipos de protección hace unas semanas. Samson Tembo es militar jubilado y lleva dos años coordinando el programa contra el VIH del centro.
“Estos equipos son muy importantes, porque contribuyen a proteger físicamente a los empleados y porque mentalmente nos ayudan a hacer nuestro trabajo con más libertad,” dice Tembo.
Con la expansión de la pandemia del COVID-19, Tembo tuvo que adaptar sus planes de tratamiento, ya que muchos pacientes se quedaban en casa.
“Hemos tenido que entregar a los pacientes medicamentos para periodos más largos de lo habitual para que no tuvieran que venir al centro tan a menudo” dice Tembo. “Debido a esto, no sabemos si los están tomando de forma correcta en lo que respecta a la adherencia al tratamiento. Como terapeuta, necesito conocer su evolución, y sin visitas regulares esto puede ser un problema.”
Wilson Kalunga, que dio positivo por VIH hace cinco años, es parte del millón de zambianos que reciben antirretrovirales (ARV) a diario por medio del Fondo Mundial para lidiar con el virus y evitar el desarrollo del sida. Es uno de los pacientes de Tembo, y no ha permitido que la COVID-19 interrumpa sus visitas al hospital.
“Me preocuparía dejar la medicación”, dice Kalunga. “Por eso vengo, porque sé que debo tomar los ARV de por vida. Si los dejo, puedo contraer otras enfermedades.”
Zambia ha visto un gran avance en la lucha contra el VIH/sida en las últimas dos décadas. En 2003, 61.000 habitantes morían de enfermedades relacionadas con el sida cada año. Gracias al trabajo del Fondo Mundial, junto con el Gobierno de Zambia y los proveedores de asistencia sanitaria, estas muertes han descendido en más de un 70%, y la cantidad de nuevas infecciones se ha reducido a la mitad respecto al momento más crítico. El Fondo Mundial también contribuye a un objetivo global encabezado por Naciones Unidas: acabar con la epidemia del sida para 2030.
“No tengo dudas de que dentro de 10 años el sida pasará a los libros de historia, siempre que mantengamos a raya la desinformación”, dice Siame, de la CHAZ. “Ante perturbaciones como la COVID-19, vemos que aún nos queda mucho por hacer para alcanzar el objetivo. Pero creo que esta pandemia ha demostrado la capacidad del Fondo Mundial para adaptarse a las circunstancias cambiantes.”
Tembo, del Cardinal Adam Memorial Hospital, confía en que las medidas adicionales coordinadas por el Fondo Mundial, como los envíos de equipos de protección de Apple, ayudarán a los pacientes a sentirse seguros para retomar sus tratamientos habituales.
“Será un beneficio para los pacientes, porque cuando acudan a nuestras instalaciones, sabrán que ellos también están protegidos,” dice.
Kalunga, paciente de Tembo, coincide, y tiene unas palabras para otras personas del entorno que pueden sentirse incómodas acudiendo a recibir su tratamiento.
“Yo voy a la clínica y no me he contagiado de la COVID-19. Que hagan como yo.”
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Imágenes de los equipos de protección de Apple en Zambia